El grupo de soldados indígenas bolivianos, aymaras y quichuas está dirigido por el brusco comandante alemán Hans Kundt. Este europeo se niega a aceptar lo infructuosa que se ha vuelto su misión. A pesar de la disminución de las raciones, los disidentes y las peleas entre sus hombres, está decidido a continuar. El aislamiento, la desesperación y el hambre crecen con cada día, cada marcha infernal y cada campamento levantado apresuradamente.